Hospital

Mario Dux Castel


Me habló de la falla mental, del origen de la locura,
del desvarío alcohólico, del verso que pintó en una celda,
me habló de las mujeres amarillas, de las mujeres sin labios,
sin orejas, sin tacones, sin dedos y con jaulas donde guardan
ojos, me dijo: Dios es un secuestro, me pregunto:¿Tu también
eres un accidente?. Dos veces pinté el mismo cuadro, revelé
diez fotografías de un mar sin sol, he nacido 1002 veces
con la misma ropa, con el mismo nervioso mirar, he sido
el mismo accidente. Soy tu jarrón sin agua, soy botella, soy
voces agazapadas para llover en la niebla,en el cristal,
soy un cabello al cual no se puede extirpar un cuadro
de Mondrian, una canción sin vestido, un cuervo, un vehículo
que atropella el mar… Mis manos tropiezan con tus besos,
de mi camisa caen amarillos doloresde verte sentada en mi
cabeza. Estás drogada y sin zapatos en el polvo del adiós, cae
con el avión al mar, con el lápiz al dibujo, cae al púrpura rugir
de mi mano.Quiero ser espuma, bote de basura, rencor
para tu café, para tu ropa orgasmo de flores, camisa
de lágrimas, tus pies en mi boca son bendición.

Canción a oscuras

Manuel Becerra


El invierno me ha dejado ciego.
El perfume del verso me lleva...
Me lleva de la mano su perfume
Por este corredor sin Dios ni lámparas,
De mármoles enfermos y gastados.
Voy caminando los tablones viejos.
El verso desgarbado, menstruando,
Me lleva de su mano de fantasma.
¿Por quién es llevado él en el pasillo?
A veces él no advierte el escalón
Ni el muro enfrente ni la puerta en llamas.
De repente me pierdo, me derrumbo.
Ahora sigo, camino desgarbado,
Menstruando el ruido del relámpago,
Guiado por la luz y una voz
En este corredor de enfermos mármoles,
Donde sigo el camino que me dicen,
Donde no advierto el escalón y el muro
Ni la puerta ni el incendio,
Donde llevo de la mano a un hombre
Al que el invierno ha dejado ciego.




La muerte se muda al cielo

Gustavo Alatorre

De Guardar el infierno


II

En el asceterio de tus ojos has rezado, burlona,
Envenenando esta palabra monje con tu gemido.
Mas he tumbado tu muerte a risotadas
Y ahora seria me contemplas
Con la complicidad del muerto;
Tendida, con la respiración de péndulo de tu infancia,
Sobre la cama casta, la virginal almohada,
Con la impureza de tu ángel malo
Gimiéndome en el rostro.
Tu muerte
es como cerrar los ojos, burlona,
Como palpar a tientas la blancura de un sepulcro
Y encontrarte,
Distraída, alba y grácil,
Como una flor de sol entre la peste del pantano.
Descubrirte hermosa, burlona,
Esa es tu verdadera muerte.


III


Berceo, graciosa,
Hubiera mentádote
La madre, o llorado en largas risas de cinismo
Sobre la cópula más fría
Que hoy me ofreces.
Pero aqueste calavera,
Aqueste beato del medio siglo que te silencia,
No haya en decidir
Entre la esfinge progenitora
O el feroz portazo.
Tus flores, mi loca,
¡Tus flores!
Quemadas sobre la mesa de la tarde,
Son para mí el orgasmo y la cadencia,
Lo polvo
De lo humano que me sobra,
Lo bestia del olvido
En que se pudren
Los amantes.




Zopilote

Raúl Sosa


Si pienso adonde miro
de manera curiosa
me descubro tranquilo
como si espejo fuera
el entorno observado
cierto que esta mirada audaz
lejos se lanza
el premio a ese su vuelo
es el sensual disfrute
con los cansados cerros
y la palabra cerro
que estoy utilizando
por convención urbana
no es más que referencia
de acuarela manchada
a veces muy precisa
otras veces velada
yendo de los azules
al verde más diverso
con un perfil de gris
y un pardo más intenso
con manchones de negro
de testarudas ramas
pero si al cielo miro
vacilante es el negro
zopilotes silentes
que vuelan o que danzan
ahí es que me descubro
seducido y absorto
otra vez por su juego
majestuoso planearen suave movimiento
como tai-chi del cielo
encarnando un sutil
ideal de equilibrio
evocando tal vez
un aéreo arquetipo
zopilote: seguro y bello
como fatal quimera
solamente a lo lejos en un dejarse ir sin prisa
navega en lo más alto
sin brújula, bitácora ni mástil
tijeretazos prietos
velamen son sus alas
por último bien sabe
que lo suyo será
sortear sereno
espumas encrespadas
no ya de bravías olas
sino de nubes- pinceladas
caricias en jirones
del artista mayor
su navegar despierta
aquí en la tierra,
envidia del hombre sedentario
pero será nomás
un puro cabotaje
ya no de verde en verde
sino de hedionda carroña que se pierde
por otra igual
sorprende verte ahora tan de cerca
eres lo opuesto de aquél en lontananza
distinto de otras aves
ni al águila emblemática
ni al noble halcón
tú te pareces
repugnante, torpe y desgarbado
al macabro festín despacio llegas
adelantándote al gusano y al coyote
obediente cumples con tu sino
limpiando el animal despojo
con tu pico picoteas
y no sólo te salpicas¦
tu quimérica figura descuartizas
sin saberlo
hoy tanático y paciente
como otrora en las alturas.




Cristófalo

Guillermo Rojo Córdova

1.

Entonces volveré al río pelota
(para que por un momento deje de ser escalera de cascadas)
y poder así sentir entre mis dedos
toda el agua
(gota a gota)
de pasadas y futuras mis vidas todas

2.

Tal vez los pájaros no cantan en la negrura de la noche
porque sus abuelos les dijeron
que el párpado cerrado del día:
es la cara tangible del silencio


3.

Mis bubis son lobas de alcantarilla
Diosas Marte apestosas
que en las noches maman leche
de las puntas de las estrellas

Mis bubis babean sexuales
por cachetadas rojas indelebles
y por inyecciones que las punnzen lentaselectrizantes

Mis bubis se rascan con sus garras de perra
y sacan la lengua para lamer
golosas el asfalto:
(mis bubis están en celo
y el cielo se está viniendo
los dioses me están chupando
mis pezones están ardiendo)

A rastras
ái viene
un Cristofalo
aullando




D.F.latio

Lucero Balcázar

En Alguna azotea de la Ciudad de México
está ondeando tu ropa
oreando lujurias
sola
seduciendo al viento
que pasa de largo
sin detenerse en el sudor
y el semen que lleva tatuados

Oreando lujurias
tu ropa se ha deshecho de ti
y es que eres insoportablemente
rígido
no sabes
no quieres volar
lo gritan las mangas de tu camisa
que se agitan
danzan
acarician
pelean
se vencen
se proclaman
dirigen a una orquesta
o un orgasmo

Mientras tus pantalones
bailan un son chilango
te maldigo
por ser tan imbécil y politizado.
Te maldigo
y como tus patalones
abro las piernas al viento
para que se lleve el corazón
que me dejaste adentro.




Trompeta justiciera

Mónica González Velázquez

Itinerante en el sano juicio
y en la espesura
que el humo del tabaco
provee en la bocanada,
esta lengua insatisfecha
(de palabras arremolinada)
nunca soñó su destino.

El viaje en colectivo,
el sabor rancio de la merienda
al lado de su comparsa
era soportable.

Pero un día la mano (siempre herida)
escuchó la trompeta justiciera
de un arcángel divino
y con fino tajo
el cuello cercenó a su amante.

Nadie desmintió los diagnósticos
(a fugaz tropel no pudo escapar)
y miró pasar los días
por entre los barrotes de una celda
y todos los días peinó sus crespos largos
y suspiró al recordar el olor a hierro
entre sus dedos.

Con gesto adusto confesaría más tarde:
Lo maté, porque era mío.



Tanatologismo

Eduardo Ribé

Me quiero morir
y no es por dolor o cansancio
no es que esté harto de la vida
ni mucho menos,
ni siquiera es por seguir a alguien
o porque no quiera llegar a viejo,
no es por escapar
o porque necesite salir de aquí,
no es porque crea que a todo
se lo va a llevar la mierda
ni porque nadie me entienda,
no es que me siga el fantasma romántico
del suicidio
o porque quiera pasar a ser leyenda,
tampoco es por falta de felicidad
o por hastío o por depresión
sencillamente
me mata la curiosidad.